Por Olga Laura
El carácter humano de la despedida se determina con lo que recordamos de quien nos vamos a despedir, lo cual muchas veces tiene que ver con las últimas experiencias compartidas.
En los últimos años, muchos de los cubanos y las cubanas que amamos a Cuba nos hemos enojado con Pablo, sin embargo estoy segura de que hoy no existe un cubano o una cubana que ame a Cuba que hoy no lo esté llorando.
A mi me toca llorarlo como cubana que se nutrió con su música pero también como hija de uruguayos que recibieron su solidaridad.
Tuve la suerte de ver a Pablo cantar varias veces en Uruguay pero ninguno de sus conciertos aquí fue más emocionante que el del 1° de Marzo de 1985 junto a Silvio.
Yo sé que es injusto con ellos pero en aquellos años era casi imposible pensar por separado a Silvio y a Pablo. En su trabajo como músicos, sus conciertos en Cuba y en su solidaridad con otros pueblos.
Ese 1° de Marzo de 1985 hacía 15 días mis padres habían iniciado su insilio y 2 meses atrás, me había convertido en una niña inmigrante. Había un mundo de gente por 18 de Julio y para que pudiera ver el concierto, mi papá tuvo que subirme al techo de un kiosko que estaba cerrado.
No fue hasta muchos años después que pude entender que ese concierto dió un marco a la carga de simbolismos de ese día que para los uruguayos fue el inicio de los reencuentros, mientras que para mi y mis 8 años fue el inicio del desarraigo.
Ese día la solidaridad llegó a Uruguay de la mano de varios artistas latinoamericanos y qué solaz escuchar entre ellos a Silvio y a Pablo. Qué maravilla que ese día de reencuentro entre uruguayos deviniera en el primer reencuentro con mi cubanía, gracias a Silvio y a Pablo.
Cada ser humano es todo su recorrido y para quienes creemos que siempre es posible ser mejor, no es posible eludir lo bueno y ser agradecidos. Y mi generación tiene mucho que agradecerle a Pablo, que no solo hizo canciones hermosas que interpretaba de forma inigualable además. Mi generación le debe muchos años de compromiso con la cultura en la revolución que nutrió a muchos y muchas de los y las mejores cubanos, cubanas y revolucionarios latinoamericanos.
De antes pero también de hoy.
Toda Cuba lo sabe y por eso hoy lo llora. Porque no hay diferencias que logren opacar el recorrido mayor de Pablo.